12 marzo 2007

Y cuarenta años de compañía



Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos.”

Sólo con este párrafo inicial uno se da cuenta que va a comenzar una historia maravillosa, la mejor historia que he leído nunca.
Durante este año 2007 se celebra el 40º aniversario de su publicación y el 80º cumpleaños de su autor, Gabriel García Márquez. Me sumo al homenaje ya que con esta historia descubrí que los libros pueden ser “realmente mágicos” y que te pueden transportar a sitios tan cercanos y cotidianos, aun estando tan lejos geográficamente, y a la vez, hacerte soñar despierto. Recoge esas pequeñas creencias, popularidades de nuestros ancestros y que viajan con nosotros a lo largo del tiempo, latentes, a las que no le damos importancia y que, de repente, sólo las vislumbramos cuando aparecen escritas en un libro como este.

¡FELICIDADES!