03 marzo 2007

Presagio



En aquella época ocurrió lo inesperado. Ante la escalada general de investigaciones y desarrollos tecnológicos que proveían a las computadoras del conocimiento humano y más aún, de la posibilidad de desarrollarse por sí mismas, no había que olvidar que poseían el conocimiento y almacenamiento del código genético de los seres vivos; un grupo de humanos románticos consiguió desarrollar su idea de evolución carbónica. Se resignaban a perder la estructura natural que había evolucionado en el planeta Tierra desde hacía millones de años. Querían seguir siendo humanos...

Sabían que deberían limitarse a seguir viviendo en este planeta, que no podrían lanzarse a la expansión por el universo, al menos no con su estructura biológica, pero no importaba. Había otra parte del conocimiento humano que había traspasado esa barrera biológica y que continuaría en otras estructuras inertes, que conseguirían energía sólo con la radiación del sol. El pensamiento y conocimiento, la esencia misma de los hombres perduraría en aquellas máquinas originadas conjuntamente en las mentes de muchos humanos a lo largo de la historia.

La idea era simple, en aquellas bacterias unicelulares, en un principio almacenaron datos. Aprendieron a introducir en la secuencia de su ADN información útil para la humanidad. Era una fuente enorme de almacenamiento, y la más duradera. Llevaban ahí desde los mismos orígenes de la vida y seguirían transmitiendo esa información hasta el final de la vida misma en el planeta. Ahora el paso era a su vez, introducirlo en los humanos. Cada humano llevaría consigo la base misma de su conocimiento y lo transmitiría a sus hijos como los rasgos físicos, hasta los finales de su existencia, incluso, añadiendo exponencialmente todo el desarrollo cognitivo de cada generación. La naturaleza, mostraba una vez más, que la vida, en sí misma, era una fuente inagotable de sabiduría y de perfección...