19 julio 2007

Pequeños placeres estivales



Es indiscutible que la costa mediterránea, aquí en el sur, nos proporciona actividades que son más placenteras, si cabe, en el estío.
Por ejemplo, comer un pescaíto fresco en un pueblo asomado al mar de la costa granadina, en un chiringuito que a su vez se asoma al mar, de forma que sólo el horizonte azul pone límite a las vistas y al aroma del vino blanco. Y lo más importante, sin apenas gente, y a un precio razonable...
Por ejemplo, ir todo el día con chanclas y bañador, y zambullirse cuando tienes calor, sintiendo la sal del mar pegada al cuerpo tersando la piel...
Por ejemplo, darse un paseo por dunas de arena ancladas en el mismo lugar por sabinas y lentiscos desde que el mundo es mundo, observando y escuchando el canto de flamencos, garzas, correlimos, etc...
Por ejemplo, esperar tranquilamente la puesta de sol con el agua bañando tus pies y con una agradable compañía y no menos placentera conversación...
Por ejemplo, pasear por el puerto viendo llegar a los barcos al atardecer con lo faenado en el día...
Por ejemplo, salir a pescar con algun amigo en una pequeña embarcación y dar con una piedra de sargos alegrando la tarde a los pescadores de poca monta... y no decir nada si das con un banco de "loritos" (galanes) donde ya te puedes retirar por este año...
Por ejemplo, salir a bucear por las praderas de posidonia y sentir la apacible ingravidez mientras se observa algún que otro pez en ciernes, entre los montículos coronados de cabelleras lacias verdes y marrones.
Por ejemplo, tomar una copa de madrugada en una terraza de verano frente al mar, con gente guapa, morena y alegre que disfruta alargando los días de tan efímera estación...
Por ejemplo...