03 marzo 2006

Envidar (Vivir)

Envidar es enfrentarse a la vida como jugando una partida de mus. Si vas de mano, llevas la iniciativa y hay que envidar siempre a grandes. Son esos asuntos en los cuales necesitamos dar un paso hacia delante, mostrarnos con iniciativa y no esperar que el entorno elija por nosotros. También hay que envidar aunque no tengamos ni un “cerdo” porque así vemos como van los demás. De esta forma obtendremos información sobre la cuestión que nos atañe, sobre esa decisión difícil que hay que tomar y esa respuesta a nuestro primer envite nos proporcionará empuje o retrocesión.

Y por supuesto en la vida, como en el mus, hay que tener una buena pareja, un buen compañero, un buen socio, un buen grupo de amigos, de familia, necesitamos ayuda. En cada reto o decisión siempre debemos compenetrarnos con ese compañero o compañeros de viaje que nos tiene que ayudar a contar amarracos en una sinergia positiva.

El conocimiento mutuo debe ser fundamental porque no hay nada más peligroso que te pillen una seña, incluso con un solomillo de mano, puedes perder muchas piedras, así que nunca hay que hacer señas. Sólo nuestro juego habitual y repetitivo mostrará a nuestra pareja la jugada en cada ocasión, y a pesar de esto seguir con nuestro juego honesto, sin señas privadas, como en la vida; hay que ser legal e ir de cara.

A veces, la vida nos depara cuatro “cerdos“ de primeras, de mano, y no siempre es nuestra jugada soñada... ¿De que sirve toda esa fortuna si no puedes aprovecharla? Normalmente los contrarios no tienen nada por lo que luchar y no se podrá sacar tajada.

La avaricia tampoco es buena ni en la vida, ni en el mus. Jugador de chica, perdedor de mus. Y por eso hay que saber perder piedras para sumar partidas.

El órdago no debe ser una costumbre ni en la vida, ni en el mus. Sólo cuando se tiene la seguridad del trabajo bien hecho o, al contrario, cuando la desesperación es lo único que te queda.

Y a veces la vida te tiene preparado un “perete” para la siguiente jugada y tu cara nunca debe reflejar esa desolación, hay que afrontar las adversidades sonriendo y con un talante positivo, ya vendrán tiempos mejores. Además la partida no termina hasta la última mano de la última pata de la última vaca. Y en la vida, como en el mus, se puede ir con la cabeza alta aunque no tengas nada, porque siempre se está en el juego, con señorío, con esperanza y con la experiencia que te proporciona lo vivido. Y por supuesto en la vida, como en el mus, es más importante saber perder que saber ganar.


Lo dicho, envidar es vivir como en una partida de mus.