28 marzo 2006

Pole Position

Es curioso, pero aunque siempre hablan de la sociedad competitiva de Estados Unidos, reflejada en su modo de vida, su cine, su deporte y su forma de pensar en general; en España no nos quedamos atrás en ese afán por ser siempre el primero, el número uno, sobresalir sobre los demás. El caso es que nuestra forma de competir, digamos que es más mediterránea. Adaptada a nuestra secular cultura picaresca.

Me viene a la cabeza el consultorio médico de la seguridad social. Es increíble, pero durante toda mi vida me ha llamado la atención el curioso proceso mediante el cuál se establece el orden para pasar a la consulta del facultativo. Si el consultorio abre a las 8 de la mañana, a las 6 ya se ven los primeros pacientes, normalmente personas de edad avanzada, jubilados. Es una pulsión inexplicable por conseguir ser el número uno, tener en sus manos ese papel que te da el derecho a fardar durante toda la mañana ante todo el que viene a preguntar: ¿quién da la vez?

Y ese derecho es un reconocimiento intrínseco de los demás: ha triunfado por unas horas. Y es un hecho con escasa utilidad práctica, puesto que en la mayoría de los casos, esa persona no tiene absolutamente nada que hacer después, puesto que con su jubilación disfruta del descanso permanente. Pero esto es lo de menos, ser el número uno es aliciente suficiente, y es más, será número uno en dos colas consecutivas: al llegar antes de que abran y después, al pasar a la sala de espera con su papelito correspondiente.

Pero ahí no acaba el afán de competición. Una vez dentro, consiste en intentar engañar a toda costa, al pardillo de turno que no sea habitual cada mañana en el consultorio. Las reglas no están escritas, pero sí las conocen los habituales. Se debe preguntar varias veces quién tiene el número anterior al tuyo y a su vez, el anterior a este, y así hasta encontrar el orígen de todo: el primero. Y ¡ay de aquel que se despiste! Se encontrará irremisiblemente avocado hasta el final del fin. También hay que preguntar continuamente qué número hay dentro, y si se llega tarde contrastarlo con varias personas puesto que se intentará engañar para desplazar de la competición al pardillo. Las reglas del consultorio impiden intercalarse. Si se te han colado, te aguantas, porque cada persona va detrás de la anterior sin importar números, ni documentos, ni razones. Yo voy detrás de este y no se me cuela ni Dios. Auténticos expertos ponen a prueba cada día su conocimiento, y su picaresca. Y una vez han conseguido su reto, salen con las recetas de toda su familia y charlan tranquilamente con sus vecinos de cola hasta bien avanzado el día. De todas formas, no hay nada que hacer, sólo esperar un nuevo día, un nuevo número uno, o en su defecto, un nuevo pardillo en la lucha por la posición...