Con las cenas hemos topado
Con las fiestas navideñas, además de los topicazos de siempre: árboles, villancicos, belenes, adornos, centros comerciales, regalos, consumo, etc. nos llega un fenómeno que se puso de moda no hace mucho: La genuina comida o cena de empresa. Este fenómeno es una prueba más de que este gran negocio de
El problema es que se ha creado un monstruo porque casi todos confluimos en varios grupos con comida de navidad incluida y eso no hay estómago ni bolsillo que lo aguante.
Apartando los inconvenientes monetarios y gástricos, estas reuniones gastronómicas son fuente de numerosas anécdotas divertidas que prolongan el acontecimiento durante meses posteriores en las charlas entre compañeros del curro. Sobre todo se comentarán los excesos alcohólicos y las correspondientes conductas no habituales de los jefes. Eso si que será “carnaza” para resistir los duros meses de monotonía en el trabajo.
Y no sólo de los jefes, sino de los compañeros y compañeras que aprovechan a tope estos eventos como si fuese la última diversión de su vida. No hay que olvidar que muchos de ellos sólo tienen esta ocasión contada durante el año para desmelenarse y vaya que si la aprovechan.
A mí lo que me gusta es el día después: las risas y conversaciones entre compañeros recordando las jugadas y, a su vez, los silencios cómplices al entrar el protagonista que dio la nota más alta, los comentarios jocosos a la parejita más arrimada, etc.
Un consejo, ya se que es difícil conservar la cabeza fría en el fragor de la batalla, pero intentad no exponeros a ningún medio de captación de imágenes sino queréis ser ultrajados “per secula seculorum”