14 diciembre 2006

Con las cenas hemos topado



Con las fiestas navideñas, además de los topicazos de siempre: árboles, villancicos, belenes, adornos, centros comerciales, regalos, consumo, etc. nos llega un fenómeno que se puso de moda no hace mucho: La genuina comida o cena de empresa. Este fenómeno es una prueba más de que este gran negocio de la Navidad no tiene límites y que siempre surgen iniciativas nuevas para dejarnos la cartera tiesa. Pero también hay gente que no trabaja en una empresa y no por eso se va a quedar sin su correspondiente ágape, y de ahí surgen sucedáneos como la comida de los amigos, la comida de los compañeros de la universidad, de los compañeros del fútbol, y de cualquier otro grupo imaginable.

El problema es que se ha creado un monstruo porque casi todos confluimos en varios grupos con comida de navidad incluida y eso no hay estómago ni bolsillo que lo aguante.

Apartando los inconvenientes monetarios y gástricos, estas reuniones gastronómicas son fuente de numerosas anécdotas divertidas que prolongan el acontecimiento durante meses posteriores en las charlas entre compañeros del curro. Sobre todo se comentarán los excesos alcohólicos y las correspondientes conductas no habituales de los jefes. Eso si que será “carnaza” para resistir los duros meses de monotonía en el trabajo.

Y no sólo de los jefes, sino de los compañeros y compañeras que aprovechan a tope estos eventos como si fuese la última diversión de su vida. No hay que olvidar que muchos de ellos sólo tienen esta ocasión contada durante el año para desmelenarse y vaya que si la aprovechan.

A mí lo que me gusta es el día después: las risas y conversaciones entre compañeros recordando las jugadas y, a su vez, los silencios cómplices al entrar el protagonista que dio la nota más alta, los comentarios jocosos a la parejita más arrimada, etc.

Un consejo, ya se que es difícil conservar la cabeza fría en el fragor de la batalla, pero intentad no exponeros a ningún medio de captación de imágenes sino queréis ser ultrajados “per secula seculorum”