12 febrero 2007

Aludiendo




En aquel tiempo le llamó:
-¿Vienes?
-¿A dónde?
-A mirar mi ombligo. Es que me acompañaba alguien pero se empeñó en que miraramos el suyo, y a mí me gusta mucho más el mío.
Tenía un ombligo muy bonito y lo miraron atentamente, pero al poco tiempo se cansó:
-Me voy, me he cansado de verlo.
-¿Cómo puede ser, no te gusta?
-Sí, es precioso pero hay un mundo ahí fuera que también quiero ver.
Y se marchó lejos.
Al pasar el tiempo volvió y encontró un grupo de gente que esperaba turno para verlo. El ombligo se había expandido y crecía con cada visita más y más... Y al final, explotó.


Para aquellos que se sientan identificados... cuidado con vuestro ombligo, no sois vosotros.