21 febrero 2006

Nuevos Dioses

Después de leer en la prensa la defensa que ha hecho la élite científica de la Teoría de la Evolución de Darwin, ante las nuevas (viejísimas) teorías del diseño inteligente, sólo me cabe pensar que vamos involucionando en vez de evolucionando.

Digamos que la evolución es una de esas teorías que son totalmente sencillas, veraces y racionales, al menos para mí. Recuerdo que fue una revelación y el descubrimiento del mundo desde los pequeños ojos ávidos de conocimiento y curiosidad de mi niñez. Fue como la llave del saber; entender de golpe el universo y la vida. Algo místico. Y desde entonces todo lo que me rodea, que al fin y al cabo es la vida, lo sigo observando a través del cristal de la evolución.

Cada vez estoy más convencido que el fin último de la vida es perpetuarse, seguir viviendo; transmitir los genes, la información vital a la siguiente generación. Y a partir de ahí, ir mejorando en esa búsqueda de perpetuidad en la forma y el modo más favorable. Y lo sigo viendo cada día en el entorno. Después podemos valorar cómo se producen esos cambios en los genes y su supervivencia de tal o cual forma, pero en esencia, la idea es la misma. Continuidad. Vida. Modificación. Mejora. Evolución.

Y yo al menos sigo observando, dentro de nuestros comportamientos racionales humanos, ni más ni menos, que los comportamientos básicos de cualquier ser vivo, que a fin de cuentas, es lo que somos.

Ese proceso natural creo que hemos llegado a comprenderlo, hemos abierto el reloj y estamos manipulándolo intentando comprender su mecanismo. Y ahí ya si que me empiezo a marear porque seremos nuestros propios Dioses. ¿No?